Principios éticos



¿Alguna vez ha conducido ebrio? ¿Es correcto hacerlo? ¿En alguna ocasión ha pensando en estudiar una carrera universitaria? ¿Tiene algo de malo hacerlo? Todas estas preguntas, tienen un trasfondo coincidente. En ambos casos, ¿nos estamos refiriendo a problemas éticos?

Para tratar de responder esta interrogante, intentaremos explicar los fundamentos básicos sobre los que descansan los principios éticos y la ambivalencia de este término.

Lo que Ud. piense respecto a estas interrogantes, quizá sea el concepto que más se aproxime a la definición exacta de la palabra ética “ethos”. Sin importar que tan “correcto o incorrecto” pueda ser “conducir ebrio”, lo que Ud. piense respecto a ello, es el punto principal de esta discusión.
Pero qué relación posee esto con el “lograr un bienestar personal” al cursar estudios universitarios, ¿qué de malo tendría esto?

Miguel Giusti, expresa en su libro “Debates de la ética contemporánea” que “…la ética […] se preocupa de la bondad o la maldad de las acciones humanas, y se vale para ello de una metodología estrictamente valorativa…” de esto, podemos deducir que, “…se refiere en última instancia a lo que debería ser, a la mejor manera de vivir…” Esta metodología estrictamente valorativa, a la que hace mención Giusti, en el párrafo citado líneas atrás, se refiere a la necesidad de una convicción que exprese la necesidad de ciertos límites, que habrán de expresarse, en la práctica, en un código regulador de la conducta (personal y social).

Ambos conceptos (metodología valorativa y necesidad de límites) parten de la misma raíz; la existencia de un concepto de “mesura” (punto máximo) que propone la presencia de ciertos márgenes “mínimamente necesarios” para asegurar la convivencia en sociedad. Sin embargo notemos que la convivencia en sociedad no es universal; es decir no existe solo un tipo de sociedad en el mundo, ni siquiera dentro de un mismo país. Es en este punto donde la discusión se torna controversial, pues la existencia de distintas culturas y sociedades; propone la preexistencia, a su vez, de formas de pensar y de convivir distintas e incluso, en algunos, casos muy distintas.

Sin embargo, más allá de las diferencias “interculturales”, obvias entre sociedades o personas, la presencia de un punto máximo (mesura) es coincidente en todas. Para entender esto, pensemos en lo siguiente: se tienen 2 baldes distintos, cada cual con un diámetro, longitud y volumen diferente. Si dejamos pasar agua a los 2 baldes al mismo tiempo, el que tiene las medidas más pequeñas rebalsara antes que el que tiene mayores medidas, pero ambos llegaran a un punto en el que no soportaran más agua. Ese punto en el que ambos baldes (interpretémoslo ahora como “sociedades”) ya no son capaces de acumular más agua es el límite de lo “tolerable”, o como Giusti lo denomina, “mesura”.

Pasemos esto, ahora, a lo cotidiano. ¿Se podría hablar de una conducta no ética o amoral, al conducir ebrio? Según lo mencionado hasta aquí, no. Pues los actos, correctos o incorrectos, si bien es cierto están relacionados con las concepciones culturales y sociales del individuo, no crean una actitud “no ética” o “amoral”, pues ya mencionamos que la ética se refiere a la forma como una persona o sociedad valoran la vida y las maneras más adecuadas que tienen (según su criterio) de convivir en sociedad.

Esto crea una brecha, si bien no muy distante, entre dos términos de nuestro usual castellano; en el que, equivocadamente, relacionamos lo “correcto” con lo “ético” y lo “incorrecto” con lo “no ético”. Sin bien, está claro que no existe mucha diferencia entre estos dos términos e incluso para algunas sociedades podrían llegar a interpretarse de igual forma; su uso equivalente implica pues la mal interpretación de términos que, en teoría, no son semejantes.

Por otro lado, es cierto que nuestra legislación multa y sanciona a quienes conduzcan en estado etílico, pues más allá de que su vida corra riego (una actitud suicida) ponen en riesgo la vida de personas ajenas a las decisiones y libertades (de quien decida hacerlo). Parafraseemos una frase popular muy usada pero poco entendida: “tus derechos terminan donde empiezan los de los demás”, este refrán popular encierra un fundamento indispensable del concepto ético. Giusti, manifiesta la necesidad de emplear y respetar una “ética de mínimos”.

En las sociedades modernas, las leyes establecidas por los gobiernos constituyen cuales son los límites de lo “judicialmente” tolerable. Hay que notar el énfasis en “judicialmente”, pues dentro del ámbito social existen a su vez, una serie de normas que si bien no están establecidas formalmente (como el caso de las leyes), representan en la conciencia social, amenazas latentes para la convivencia social, esto invita a la reflexión de que “no es necesario matar o cometer un acto “judicialmente” condenable para actuar de manera incorrecta.